LA MODELO ASESINADA

“(…) al fin y al cabo, desde una sola ventana se contempla mejor la vida (…)

UNO

Marité ya debía de haber entrado al ascensor cuando tomé la decisión de dejar el aseo de la mesa a mi empleada. Retiraría los vasos sucios de la sala, pasaría un trapo húmedo sobre la superficie del sillón. No movería un dedo para devolver el orden a la vivienda que a menudo yo mismo aseaba  con maniática dedicación. Así que abrí las ventanas de la sala y respiré hondo, asomándome a la panorámica de la ciudad que se extendía a mis pies trazando un irregular, inmenso mapa de luces.

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