LOS DÍAS DE LA PACIENCIA

La novela es paradigmática porque revela por vez primera a Buenaventura en la ficción colombiana y porque expresa una intención deliberadamente renovadora frente a la manera como la narrativa colombiana venía diciéndose hasta entonces, regodeada en el estilo realista y en el autismo formal. En esta novela habla todo lo que por aquella época debía hablar en la nueva novela: la ciudad y sus líneas discordantes, materiales y humanas; los lenguajes atrabiliarios, las lecturas afiebradas, el cine y el bolero y la cultura popular, que más tarde Óscar Collazos, cuando fue a una y muchas patrias reales y literarias, seguiría sintetizando en novelas posteriores. Después de emerger de sus aguas, el lector aguzado no sabrá si leyó o alucinó estos fragmentos que instalaron a Óscar Collazos en el especio de la narrativa colombiana contemporánea.  Los días de la paciencia es una historia, entre alucinada y violenta, del principal puerto colombiano en el Pacífico: Buenaventura. En esa ciudad transcurrió la infancia y juventud del autor. Como irónica paradoja y haciendo contraste a su nombre, la ciudad parece azotada por todas las malas venturas. Prostitución, doble moral, contrabando, ignorancia, pobreza inmensa de la población nativa, en contraste golpeante con el desbordamiento de dólares y prosperidad ilusoria que produce cada desembarco de marinos. En medio de la música de La Sonora, de Pérez Prado, del frenesí de la  salsa que se baila interminablemente en todos los bares y casas de placer, las historias de Juan Bermúdez, Marta o Amalia aparecen como visiones  fantasmales pero nítidas, que retratan parte de la realidad colombiana con el lenguaje de unos de sus más talentosos escritores.

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