

Fuertemente vinculado con la tradición literaria, Collazos incorpora técnicas de narrativa contemporánea, como el fluir de la conciencia. Muestra la intimidad de sus protagonistas, pensamientos, sensaciones, sentimientos. Sus cuentos son de filiación realista y entornos urbanos. Si en los años sesenta incursionó en el experimentalismo, sus cuentos posteriores privilegian la sencillez de las frases que favorece una sintonía expedita con el lector de hoy. Gracias a una expresión más ortodoxa, busca claridad y comunicabilidad. Alejandro José López Cáceres, en el prólogo, escudriña en la verosimilitud de Collazos: «Cuando uno se asoma a su obra cuentística, se pregunta de dónde proviene la tremenda fuerza que emana de sus relatos. Y, si leemos despacio, muy pronto hallamos la respuesta: de la experiencia; es decir, de la vivencia o del testimonio. Sus ficciones están compuestas a partir de lo sabido, por eso respiran sinceridad; sus historias están contadas desde adentro, por eso trasmiten conocimiento.»